Al igual que las fiestas nocturnas, la pizza que se come todo lo que se pueda y el dinero frío y duro, el sexo es considerado uno de los mayores placeres de la vida. Y aunque se supone que más acción equivale a más felicidad, definitivamente no siempre es así. Los vínculos entre el sexo y la salud mental son complejos y, dependiendo de la situación, pueden ser positivos o negativos entre sí. Hay mucho bombo sobre las formas en que el sexo puede transformar nuestras duras realidades en fantasías carnosas, ya sea en pareja o con escorts vip. Tomemos, por ejemplo, el estudio que sugiere que tener sexo una vez a la semana (si previamente lo ha estado teniendo mensualmente) es suficiente para aumentar su bienestar en la cantidad de $50,000.
Aparentemente, si no puedes conseguir ese aumento, ¡simplemente consigue un compañero en la cama para reproducir la sensación y estarás listo para gozar! Dicho esto, las hormonas de sentirse bien en este momento no son suficientes para afectar su bienestar psicológico general – y, seamos honestos, la idea de bienestar o felicidad difiere drásticamente de una persona a otra según las circunstancias de su vida y/o su constitución mental y física. El sexo y la salud mental se pueden correlacionar positivamente, se pueden correlacionar negativamente y, a veces, ni siquiera se correlacionan en absoluto. Aquí hay dos temas que llaman mucho la atención y que pueden darnos una idea de lo que afecta del sexo al cerebro: